domingo, 23 de noviembre de 2008
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Un hombre tenía un sembrado de flores increíbles; día a día salían de su cultivo centenares de paquetes para vender en la ciudad, con las flores más bellas y fragantes.
Año tras año ganaba el premio a las flores de mejor calidad, y como era de esperarse, era la admiración de toda la región.
Un día se acercó un periodista a preguntarle el secreto de su éxito, a lo que él contesto:
- Mi éxito lo debo a que de cada cultivo saco las mejores semillas y las comparto con mis vecinos, para que ellos también siembren.
- ¿Cómo?- respondió el periodista- eso es una locura... acaso no teme que sus vecinos sean famosos como usted, y quiten su importancia?
El hombre dijo:
- Al tener también ellos buenos sembrados, el viento va a devolver a mi cultivo buenas semillas, y la cosecha será mayor; si no lo hiciera, el viento cruzaría las semillas, haciendo que mis flores pierdan calidad.
Es necesario compartir las mejores semillas de cualidades y virtudes, para obtener la cosecha excelente de una sociedad mejor.
Mucho se ha hablado sobre cuál debería ser el estilo de dirección.
¿Autocrático, paternalista, burocrático, democrático?
La mayoría sabe que no existe un estilo ideal, y que, si existiera, sería una combinación de los mencionados anteriormente.
Es evidente que pocos directivos tienen capacidad y voluntad para aplicar esta combinación.
Dirigir no es una cuestión matemática o de aprender cómo funciona el Plan Contable.
Dirigir eficientemente, implica voluntad de aplicar lo aprendido y efectuar un cambio en nuestros patrones de dirección.
Tener interés por nuestros empleados, conocer sus deseos, necesidades, aplicar empatía, escucharlos, motivarlos, etc..
Todo esto, no se podrá conseguir sin la voluntad de provocar el cambio, por más teoría que conozcamos.
El estilo ideal, es aquel que se adapta a cada empleado.
No podemos aplicar para todos el mismo.
Es liderazgo situacional: dirigimos en función del individuo y la situación.
Tampoco debemos utilizar para cada empleado siempre el mismo estilo.
En ocasiones, un trabajador preferirá un estilo democrático y en otras, tendremos que utilizar un estilo más paternalista.
Ahí reside la habilidad; en reconocer qué utilizar en cada momento.
El jefe debe estar al servicio del equipo, y no a la inversa.
Este "nuevo" paradigma, rompe muchas estructuras establecidas hasta la fecha, pero ayuda a comprender que, en la medida en que seamos capaces de satisfacer a todos los componentes del equipo, los resultados serán mayores.
En la actualidad, son muchos los que no consideran prioritario ocuparse de su equipo. O confunden en qué consiste ocuparse de su equipo.
Ocuparnos implica interesarnos por su motivación, fortalecer la cohesión, no tratar como simples medios a las personas que lideramos, estar próximo a ellos, ser percibido como uno más dentro del grupo, etc.
Un jefe no siempre es un líder. Líder es quien marca la ruta. Es gestor de oportunidades.
Cualquiera es jefe, pero no tantos llegan a ser líderes.
Muchos altos ejecutivos, sólo tienen poder formal, cedido por la organización, sin tener el que le otorga el equipo.
Un verdadero líder consigue "hacer", no por la autoridad formal, sino por la que le otorgan sus seguidores.
¿Eres jefe o líder?
Fuente http://www.occ.com.mx
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